Desde su origen el ser humano es a la vez obra y artífice del entorno que lo rodea, y al fin y al cabo de su medio ambiente, siendo éste el que le da el sustento material y le brinda la oportunidad de desarrollarse intelectual, social y espiritualmente. En la evolución de nuestra especie se ha llegado a una etapa en que, por la rápida aceleración en el conocimiento en ciencia y tecnología, los seres humanos han adquirido el poder de transformar, de innumerables maneras y en una escala sin precedentes, cuanto les rodea.
El 5 de junio se celebra el Día Mundial del Medio Ambiente y este año el país anfitrión de las celebraciones es China y la temática es la contaminación del aire, problema que se agrava a medida que vamos cada vez recabando más datos de composición y calidad del aire en todo el planeta. El inherente cambio climático asociado a una demostrable variación en la composición del aire de la troposfera nos lleva a tomar medidas de carácter inmediato sobre los distintos factores que alteran la composición fisicoquímica de la misma. Datos tan importantes como que nueve de cada diez personas ya se encuentran sometidas a niveles de la calidad del aire superiores a los marcados por la Organización Mundial de la Salud, o que se estima que la capacidad productiva de nuestros cultivos básicos se reducirá en un 26% por efecto del ozono troposférico a nivel del suelo, nos debe hacer replantearnos el modo en el cual gestionamos los recursos de nuestro planeta.
El medio ambiente que nos rodea
ya no es, ni será, el que era, pero si es obligación de todos nosotros el
conseguir un medio ambiente seguro para las próximas generaciones y en
consonancia con el resto de especies que conviven en nuestro medio ambiente.
Es por todo lo anterior que AGQ
Labs desde su división de Medio Ambiente presta toda su tecnología y
conocimiento avanzado para la realización de ensayos analíticos que ayudan al
control y evaluación del impacto ambiental de la acción humana en sus distintas
actividades en esta nueva era que el Nobel de química Paul Crutzen en el año
2000 denominó como el Antropoceno.